Acuerdo global de impuestos para la era digital

Se llegó a un histórico acuerdo de las grandes potencias para aumentar los impuestos a las empresas multinacionales. Los países nucleados en el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), acordaron impulsar una tasa impositiva mínima del 15% de las ganancias a las gigantes tecnológicas que operan a nivel mundial. En los últimos años estas empresas llevaron adelante complejos procesos que, elegantemente, han dado en llamar "planificación fiscal". Estos mecanismos consisten en jugar al límite de las reglas impositivas de los países en los que operan, de manera de registrar sus ganancias en aquellos países con menores alícuotas de impuestos. Esta conducta provocó que muchos países comenzaran, en cierto modo, a competir entre sí en una carrera de baja de impuestos, con el objetivo de atraer los capitales de estas gigantes de la tecnología, lo cual acaba otorgando a las empresas un importantísimo poder de negociación respecto de los estados nacionales. La situación llevó también a la aparición de lo que hoy en día se conoce como "paraísos fiscales corporativos", países como Irlanda, Luxemburgo o los Países Bajos, que a diferencia de los paraísos fiscales clásicos, que no cobran impuesto alguno a las empresas, sí pueden establecerse como domicilio fiscal de grandes compañías. Aunque cobran impuestos sobre las ganancias lo hacen en tasas menores al promedio, que resultan muy convenientes para las multinacionales. Por supuesto que estos países no forman parte de este acuerdo del G7, pero existe una expectativa de que la presión política los haga aumentar sus impuestos y dar de baja esta política de atracción de capitales. ¿Por qué el acuerdo llega en este momento? Todos los países están actualmente impulsando políticas de recuperación de la economía que implican un importante aumento del gasto público. Te contamos hace un tiempo en esta columna que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, presentó proyectos al Congreso de obra pública y ayuda social por más de 1 billón de dólares. La Unión Europea, en tanto, anunció a fines del año pasado ayudas a sus países miembros por 1,8 billones de euros y adelantó que financiaría este gasto con, entre otras acciones, un aumento del impuesto a las sociedades, y un nuevo impuesto digital especialmente apuntado a las gigantes multinacionales del sector. ¿Significa esto una nueva era en la relación entre Estados y empresas? Es temprano todavía para afirmarlo. Habrá que esperar las repercusiones de este acuerdo por parte de las empresas afectadas, y del resto de países que deberá definir si se acopla a este consenso de grandes potencias. Por el momento lo que podemos apreciar es que esta nueva postura acompaña el cambio de tendencia que se observa a nivel global respecto a la cuestión impositiva, y más en general el rol del Estado, lo que puede dejar atrás 40 años de liberalismo en Occidente. Leer más

Se llegó a un histórico acuerdo de las grandes potencias para aumentar los impuestos a las empresas multinacionales. Los países nucleados en el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), acordaron impulsar una tasa impositiva mínima del 15% de las ganancias a las gigantes tecnológicas que operan a nivel mundial. En los últimos años estas empresas llevaron adelante complejos procesos que, elegantemente, han dado en llamar "planificación fiscal". Estos mecanismos consisten en jugar al límite de las reglas impositivas de los países en los que operan, de manera de registrar sus ganancias en aquellos países con menores alícuotas de impuestos. Esta conducta provocó que muchos países comenzaran, en cierto modo, a competir entre sí en una carrera de baja de impuestos, con el objetivo de atraer los capitales de estas gigantes de la tecnología, lo cual acaba otorgando a las empresas un importantísimo poder de negociación respecto de los estados nacionales. La situación llevó también a la aparición de lo que hoy en día se conoce como "paraísos fiscales corporativos", países como Irlanda, Luxemburgo o los Países Bajos, que a diferencia de los paraísos fiscales clásicos, que no cobran impuesto alguno a las empresas, sí pueden establecerse como domicilio fiscal de grandes compañías. Aunque cobran impuestos sobre las ganancias lo hacen en tasas menores al promedio, que resultan muy convenientes para las multinacionales. Por supuesto que estos países no forman parte de este acuerdo del G7, pero existe una expectativa de que la presión política los haga aumentar sus impuestos y dar de baja esta política de atracción de capitales. ¿Por qué el acuerdo llega en este momento? Todos los países están actualmente impulsando políticas de recuperación de la economía que implican un importante aumento del gasto público. Te contamos hace un tiempo en esta columna que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, presentó proyectos al Congreso de obra pública y ayuda social por más de 1 billón de dólares. La Unión Europea, en tanto, anunció a fines del año pasado ayudas a sus países miembros por 1,8 billones de euros y adelantó que financiaría este gasto con, entre otras acciones, un aumento del impuesto a las sociedades, y un nuevo impuesto digital especialmente apuntado a las gigantes multinacionales del sector. ¿Significa esto una nueva era en la relación entre Estados y empresas? Es temprano todavía para afirmarlo. Habrá que esperar las repercusiones de este acuerdo por parte de las empresas afectadas, y del resto de países que deberá definir si se acopla a este consenso de grandes potencias. Por el momento lo que podemos apreciar es que esta nueva postura acompaña el cambio de tendencia que se observa a nivel global respecto a la cuestión impositiva, y más en general el rol del Estado, lo que puede dejar atrás 40 años de liberalismo en Occidente. Leer menos